Reacción de Bernardo Arias Trujillo por los comentarios de Montoya.
“Al comentar la castración de los becerros, dice Montoya que yo transformé los TESTÍCULOS de estos en “óvulos”. Otra inexactitud. Como según entiendo, el ensayista [en referencia a Wenceslao Montoya] es médico, es posible que él tenga demasiado apegado al sentido técnico y literal de las palabras de su profesión. El vocablo “óvulo”, tal como aparece en la novela, no tiene, no puede tener otro significado que el de “huevo” porque aquel es filial de éste, así como ovario, ovulación, etc. A primera vista, se advierte que la palabra no tiene el alcance biológico, científico, que el médico Montoya quiere darle, sino la elegante y sencilla que le da el autor del libro (…) Esto es obvio, y se necesita estrechar mucho el significado de las palabras y ser más cegatón que un tipo para tergiversar de esa guisa mi pensamiento”.
Así las cosas, los lectores de LA PATRIA veían cómo subía la temperatura en la discusión tras la publicación del “Alegato de conclusión en defensa de Risaralda” que hizo el autor tras leer la carta pública del malqueriente de su novela. Lo cierto del caso es que el estilo y el ritmo del manzanareño sacudió con fuerza a gran parte de los lectores. Montoya sintetizó esto en su libelo:
“Arias Trujillo no se para en pelillos para inventar vocablos, especialmente adjetivos, sin ninguna necesidad, siendo el Castellano asaz rico en ellos. O quizás no les inventa, sino que los aprendió en la Argentina”.